Santiago Andrés Suárez Gómez, Médico y Cirujano Pontificia Universidad Javeriana. Ingeniero Biomédico Universidad de los Andes. Instagram: santiagosuarez05_ Linkedin: Santiago Andrés Suárez Gómez
Las generaciones en el presente se han tenido que enfrentar de alguna forma u otra a nuevas tecnologías. Mientras algunos pocos escogen la obsolescencia, los demás tratan de adaptarse a los avances tecnológicos y poder sacar algún provecho laboral, extracurricular o de entretenimiento. El reemplazo del teléfono fijo al celular, el uso común del computador casero, la llegada del internet y el reemplazo de los celulares a teléfonos inteligentes son algunos de los ejemplos de nuevas tecnologías a las cuales nos hemos adaptado en las últimas décadas. Pero todas estas tecnologías tienen algo en común: cada avance tecnológico tiene implícito un código en un lenguaje de programación que permite que las cosas funcionen. Al igual que la globalización tuvo como consecuencia el uso del inglés como segunda lengua mayoritariamente, cada vez más personas se exponen al lenguaje de la programación. Esto se enfatiza con las innovaciones que trae la inteligencia artificial últimamente y la curiosidad de las personas para entender qué está detrás de esta tecnología.
Indagando con mis compañeros, recuerdo cómo mi colegio se adaptó y entró en obra por 6 meses para generar varios salones de sistemas e introducir desde pequeña edad a los estudiantes al computador, enseñar su uso, al igual que instruir en correctas técnicas de digitación y mecanografía, las cuales hasta hoy en día me cuestan trabajo. Mi colegio, al igual que varios, ofrecía materias electivas, entre las cuales se encontraba la programación. Fue escogiendo esta electiva en octavo grado cuando tuve mi primera exposición a este lenguaje utilizando Arduino. El docente enseñaba una serie de comandos que, al organizar unas luces led en una protoboard, permitía que se encendieran y se apagaran utilizando el computador. Parecía mágico. Al complejizar las tareas, también aumentaba la frustración de los estudiantes al tener diferentes errores que impedían el cumplimiento de los objetivos. Esto me llevó personalmente a desistir de esta electiva y escoger música mis últimos 2 años de colegio.
Al entrar a la universidad nunca me imaginé la exposición que tendría a la programación en mi pregrado de ingeniería. Para todos los ingenieros es obligatorio ver una materia de algorítmica y programación, la cual vi en primer semestre. Utilizamos Java para esta materia. Aunque sentí que estaba entendiendo el primer módulo, posterior a eso empecé a sentir que la forma en la que se explicaba la materia captaba cada vez menos información y aprendía menos. Era mayoritariamente cuestión mía porque los demás estudiantes estaban en sintonía con el profesor. A medida que avanzaban los módulos yo me quedaba cada vez más atrás y entendía cada vez menos. Debido a esa frustración desarrollé alguna especie de bloqueo y aversión hacia las actividades que se relacionaban con programación. Esta mentalidad simplemente dificultó mi proceso por las materias más avanzadas de programación en mi carrera. El programa que usábamos mayoritariamente era Matlab. Casi todas las materias de semestres avanzados utilizaban Matlab de alguna u otra forma y algunas estaban exclusivamente en este lenguaje. Con la ayuda de mis compañeros, varios errores y pocos aciertos eventualmente pude tener el conocimiento suficiente para pasar mis asignaturas. En retrospectiva los ejercicios que se pedían eran impresionantes. En una materia el proyecto final consistía en realizar una red neuronal capaz de solucionar un problema de escogencia propia. Mi grupo optó por la detección de melanoma. Obtuvimos una base de entrenamiento de múltiples lunares y dimos instrucciones al programa para que identificara el ABCD y pudiera separar en dos grupos de lesiones sospechosas y no sospechosas. Esperábamos al menos tener un acierto mayor al 50% pero sorprendentemente tuvimos uno del 73.35%. En otro proyecto final, nuestro objetivo era movilizar un brazo mecánico utilizando las señales de nuestro antebrazo, sensores y Matlab. Recuerdo que logramos el objetivo 3 horas antes del momento límite para la entrega final y celebramos bulliciosamente en la casa de nuestro compañero en la madrugada al lograr que funcionara. Acto seguido nos llamaron la atención en portería por el ruido. Aunque no era mi fuerte, logré interiorizar bases de programación en el trascurso de la carrera. Acto seguido en la facultad de medicina, el grupo de investigación de psiquiatría se llamaba MNT (medicina y nuevas tecnologías) y fue el primer grupo del que fui miembro. En una discusión del grupo se hacía un paralelo entre la inteligencia artificial planteada mayoritariamente en ciencia ficción ya que en ese entonces esta tecnología no era tan reconocida y yo mencioné que para entender la mente de un computador toca entender algo de su lenguaje de programación. El director de ese entonces del grupo de investigación me sugirió si podía hacer una especie de taller de programación básica para los estudiantes del grupo. Para mi sorpresa, los computadores en la sala de morfología de la universidad tenían todos Matlab instalados. Al preparar el taller me di cuenta de que todavía tenía los conocimientos para poder dar unas bases rudimentarias a estudiantes de medicina y un abrebocas a la programación. Realicé la preparación del taller con una semana de anticipación y fue un éxito para los estudiantes. En ese entonces pensé que era mi última vez en contacto con la programación.
Posterior a la pandemia, la universidad decide realizar un encuentro de grupos de investigación, donde requieren unos conversatorios dirigidos por estudiantes. Yo me acordé de lo aprendido en ingeniería y las aplicaciones del análisis de imágenes en especialidades como patología, radiología y dermatología. La universidad invitó a varios doctores con puntos de vista interesantes en el tema y se decidió llamar la charla “Los robots nos van a reemplazar”, para darle algo de impacto al tema del conversatorio. Aunque no tuve un contacto directo con la programación, me actualicé en los avances para ese entonces de inteligencia artificial. Para ese entonces lo más relevante eran los avances de Google DeepMind y los chatbots del estilo de chatGPT no eran conocidos para el público general. La temática en ese entonces era algo esotérica, ya que, al presentar los avances en el momento de inteligencia artificial en medicina, el público y algunos de los ponentes quedaban boquiabiertos. La charla tuvo un excelente desenlace donde se llegó a conclusiones satisfactorias.
Finalmente, con la explosión en estos últimos dos años de las innovaciones en inteligencia artificial la universidad funda el semillero de esta temática con énfasis en medicina en conjunto con la facultad de medicina y el departamento de ingeniería biomédica. Se me invitó a dar la charla introductoria en modalidad virtual y nuevamente surgió la idea de dar un taller de programación básica para estudiantes de medicina del grupo de investigación, teniendo en cuenta que los estudiantes de ingeniería constantemente se exponen a este conocimiento durante toda la carrera. Decidí preparar el taller nuevamente, utilizando el mismo formato que cuando lo di en el grupo de investigación de psiquiatría. Al correr el código por mi cuenta tuve varios errores de sintaxis. Al tener dudas acerca de un comando o el formato de escritura del código, se buscaba en la página principal o en foros en internet que pueden generar una resolución al problema. Yo escuché vagamente información relacionada a la capacidad de programación y generación de código de los relativamente nuevos chatbots. Decidí poner a prueba estas capacidades e increíblemente, no solo encontró mi error en el código. También dio sugerencias de cómo optimizarlo y escribía todo por sí mismo para solo tener que copiar y pegar. Esto verdaderamente me impresionó. El taller que me demoré en realizar una semana habiendo dejado de interactuar con lenguajes de programación hace 2 años lo pude realizar y optimizar en minutos 4 años después, con sugerencias y nuevos ejemplos.
Pero no todo es perfecto. Al pedir algunos ejercicios sugeridos y ejemplos, el código no corría bien. Escudriñando la sugerencia, hay cosas del código que es sugerido que pueden mejorar y algunos errores. De no tener los conocimientos previos de programación no hubiera podido entender ni verificar la veracidad y los errores del código brindado. En conclusión, el taller fue un éxito, a tal punto que se me pidió escribir unas palabras contando mi recorrido. Aunque opino que para el público general no es necesaria la experticia en algún lenguaje de programación, sí recomiendo al menos una exposición leve para entender la lógica que está detrás de los algoritmos que están revolucionando poco a poco la vida como la conocemos.

Los avances tecnológicos nos han llevado a una nueva era.
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